El 50% de los 27 riesgos identificados por el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico del Perú (CEPLAN, 2019) corresponden a eventos climáticos extremos, los cuales tienen efectos sobre la disponibilidad de agua, la oferta de servicios ecosistémicos y la economía del país. Los ecosistemas altoandinos se consideran como los más vulnerables frente a los riesgos climáticos, debido a la agudización de los procesos de desertificación por los que atraviesan y por el impacto de las fuertes lluvias en los meses de verano (Cusiche & Miranda, 2019). Estos riesgos pueden guiar a la pérdida de cobertura vegetal y de servicios ecosistémicos, tal como ocurre en los terrenos de la Reserva Nacional de Junín (RNJ), que albergan a cerca de 32000 personas, dedicadas mayormente a la ganadería de ovinos y a la agricultura de subsistencia de papa y maca (Caro et al., 2007; 2014). A la fecha, se han identificado algunas de las presiones más importantes del área, pero se sabe poco de su magnitud y de sus efectos sobre los ecosistemas y el bienestar de las poblaciones asentadas en el área. Por ello, a través de la combinación de la obtención de información sobre las necesidades y demandas de los actores sociales, información in situ y de la tecnología satelital, el proyecto E-Andes desarrollará un conjunto de productos de información, factible de ser actualizada, para permitir la caracterización remota de los ecosistemas altoandinos del Perú, considerando a la Reserva Nacional de Junín (RNJ) como ecosistema demostrativo. Los resultados serán traducidos en mapas y analizados retrospectivamente, comparando la variabilidad observada (anual) con variables climáticas, de forma que se puedan plantear escenarios de la evolución del espacio durante las próximas décadas. Este análisis, basado en la evaluación de modelos climáticos y datos in situ locales, permitirá la construcción de modelos regionales para las variables estudiadas. De esta forma, la respuesta de los ecosistemas altoandinos a las presiones climáticas y modificaciones sociales existentes, serán modeladas, permitiendo informar a las comunidades y tomadores de decisiones lo que sucede con su espacio para inspirar el desarrollo de políticas basadas en el conocimiento científico y contribuir así con el logro de los objetivos del milenio 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), 13 (Acción por el clima) y 15 (Vida de ecosistemas terrestres) para el Perú (PNUD, 2015).